22 oct 2013

Asha 1: la hoja de sangre



La sangre escurría por la espalda de aquel ser mágico. Ella mirada las gotas caer al piso, divertida, deseosa. Gozaba. El tampoco la pasaba mal, el dolor que recorría sus sentidos lo hechizaba, sentía su magia fluir con mayor fuerza, y sentía su esencia mezclarse con la de ella. Con la de su Hada, Zahara. Un hada como ninguna otra.

En aquel mundo boscoso, oscuro y frio, todo era diferente de cómo el lector lo puede imaginar. Las hadas no son pequeñas cuidadoras de la naturaleza, y las dríades no son tiernas cuidadoras de las plantas.

No.

En ese mundo que se encuentra al otro lado del velo de la inocencia, se encuentra el bosque donde los seres mágicos de nuestros cuentos de fantasía viven… Viven en una oscuridad casi total durante el día, y en las noches salen a la luz de los arboles.

Durante el dia los arboles lucen secos y marchitos, en la noche emanan una luz poderosa. Beben, gritan, pecan. Son seres acostumbrados a la sangre y el dolor, provocan el sufrimiento por placer.

Zahara no era la excepción, un hada de figura envidiable, con unos ojos negros capaces de hechizar. Se decía incluso que si alguien se atrevía a lastimarla ella lo convertía en piedra con solo una mirada. Pero por el contrario, si le agradaban, podía concederles las más sensuales fantasías, incluso darles pócimas que harían que cualquier ninfa cayera a los pies de la creatura en cuestión.

Era ella quien en aquel momento arañaba la espalda de ese elfo. Mordía su cuello, y tocaba sus muslos con lujuria. Deseaba arrancarle hasta la última gota de sangre lentamente. Pero no, no podría, solo era su juguete del momento. Ya después encontraría una víctima que sacrificar para hacer los hechizos poderosos que la tenía planeados. Por ahora, solo había que gozar.

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